La caca y la princesa




La princesa miró el vestido que había colgado en aquella percha. Estiró de la cadena del váter. El destino quiso jugarla una mala pasada y su amigo —muy grande— no quiso irse. Había atascado la cañería.

—Princesa. ¿Está bien? —llamaron a la puerta.

La princesa sudaba y no sabía qué hacer. Decidió una cosa: «Mi vida está atascada por culpa de una mierda. ¡Oh, príncipe mío! ¿¡Dónde estás cuando tu princesa está en apuros!?».  Al no haber escobilla, metió la mano. 

Cuando abrieron la puerta, la princesa los recibió lanzando a sus caras trocitos de su maldición.

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